La omisión de pruebas diagnósticas fundamentales (resonancias, TAC, electromiogramas, etc.) o la negativa a derivarte a un especialista (neurocirujano, traumatólogo específico) no solo impide un diagnóstico preciso, sino que te mantiene en una situación de riesgo y dolor innecesarios.
Esta falta de información crucial limita gravemente las opciones de tratamiento y puede llevar a que lesiones internas o degenerativas avancen sin control, comprometiendo tu recuperación a largo plazo e incluso tu capacidad de vida normal.